Entrenar al fallo: ¿Qué ocurre cuando lo hacemos?
Entrenamiento al fallo muscular.
Tanto dentro del culturismo como en otras disciplinas, la intensidad de las series del entrenamiento es clave para producir las adaptaciones buscadas. En este sentido, ante un mismo número de repeticiones en la serie, si vamos al fallo muscular, la serie será más intensa que si no vamos al fallo. De esta misma manera, será más intenso quedarnos a 2 repeticiones del fallo que quedarnos a 5. Con esto quiero decir que, a mayor cercanía al fallo, más intensa y exigente será la serie que estamos haciendo. Tanto en los gimnasios como en distintos artículos científicos, podemos observar que entrenar al fallo es tratado como si fuese RIR 0, es decir, se considera que hemos llegado al fallo cuando llegamos a un punto en la serie en el cual no podríamos hacer ni una repetición más. La realidad es que, si nos ceñimos a lo que realmente es el fallo muscular concéntrico, eso no sería llegar al fallo. Si llegamos al fallo concéntrico, esto quiere decir que literalmente, estaremos fallando la última repetición. De esta forma, si en un press de banca somos capaces de dejar la barra en los soportes sin ninguna ayuda, aunque no hubiésemos podido hacer ni una repetición más, no hemos fallado, sino que hemos hecho una serie a RIR 0. En cambio, si en vez de dejar la barra, intentamos hacer una repetición más y, la fallamos (y alguien tiene que ayudarnos a sacarnos la barra del pecho y dejarla en el soporte), entonces sí que hubiésemos llegado al fallo muscular.
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Entrenar al fallo genera mayor fatiga.
Ahora bien, a mayor cercanía al fallo muscular, como hemos dicho antes, mayor exigencia e intensidad de la serie, pero, también mayor fatiga. La fatiga muscular puede ser definida como una reducción de la fuerza, velocidad o potencia que somos capaces de generar. De esta forma, entrenando al fallo muscular, nuestro rendimiento cae de una forma mucho más aguda. Además, no solo se genera más fatiga en el entrenamiento cuando entrenamos al fallo muscular, sino que factores como la alteración hormonal y el daño muscular generado, son mayores. Por otro lado, entrenar al fallo muscular conlleva una recuperación más tardía. De esta forma, si entrenamos al fallo muscular, tardaremos más días en recuperarnos del entrenamiento.
Entrenar al fallo también puede suponer un mayor estímulo
Al igual que debemos tener en cuenta que entrenar al fallo supone una mayor fatiga y una peor recuperación del entrenamiento, también es importante tener en cuenta que puede suponer un estímulo más exigente para nuestro organismo de cara a las adaptaciones que queremos provocar. Por ejemplo, una mayor cercanía al fallo, también supone un mayor reclutamiento de unidades motoras y trabajo al estar generando tensión, así como una mayor fatiga periférica, lo cual supone un aumento en el impacto de factores que también favorecen a las ganancias de masa muscular.
Entonces ¿Qué tenemos que tener en cuenta a la hora de llegar al fallo muscular?
Como hemos indicado, entrenar al fallo muscular genera tanto un estímulo como una fatiga consecuencia de la exigencia del levantamiento. Por ello, si utilizamos series al fallo en nuestros entrenamientos, deben estar bien programadas y el control de la fatiga y la recuperación debe ser mayor, ya que entrenar al fallo puede afectar al rendimiento de las sesiones de entrenamiento posteriores e incluso tener impacto en distintas variables del entrenamiento como la frecuencia.
Esto se debe a que realizar un ejercicio hasta el fallo requerirá una posterior recuperación más extensa, lo que a su vez hará disminuir la frecuencia de los entrenamiento si buscamos mantener o mejorar nuestro rendimiento. Si, por el contrario, no estamos recuperados totalmente para la siguiente sesión pero decidimos mantener la frecuencia de entrenamiento, veremos una disminución de rendimiento en las siguientes sesiones.
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